Y es que las corrientes vuelven y se alejan todo el tiempo. La escuela de Platón discípulo de Sócrates, por ejemplo, parece reincorporarse con las tendencias en busca de un “Estado Ideal” por medio de una danza eterna entre ideas de aristocracia, democracia, monarquía, y hasta coqueteando de vez en cuando con la tiranía.
Quizá también lo fue en la película El artista, una apología histórica que resucita casi un siglo de entretenimiento evocando el año 1929 y dejando caer la experiencia de su peso sobre una balanza que tiene como oponente el año 2012, con todo y su cuarta dimensión, asientos que se mueven y chorritos de agua.
Y es que en aquella época, el cine mudo, se convirtió en un espectáculo del que mis contemporáneos, lectores jóvenes y bellos, no pudimos gozar, dada la imposibilidad de adaptar cientos de orquestas en cada una de las tres mil 197 salas de cine que existen en México, según un estudio publicado por ACNielsen en el 2006. Lo más cercano a la sinfonía en vivo es esta moderna cinta filmada a la antigüita pero con herramientas más flamantes que obsoletas.
Lo cierto es que con este tentador y premiado largometraje, las modas de los abuelos volvieron al escenario, mientras otras generaciones se despiden.
Entre tributos de carcajadas, bostezos, lágrimas, apretón de manos y un verdadero cúmulo de emociones, las pocas palabras que se escapan al silencio de la incertidumbre de aquel lío, son justamente las necesarias. Una muestra de aquella frase sabia de Elaine Saint James;
“Es asombroso cuánto puede uno oír cuando nadie está hablando”
¡Sí que lo es!
Y si bien es cierto que el tiempo nos burla antes de poder nosotros reírnos de él, Jean Dujardin se lleva el premio Cannes a mejor actor sin fallas artísticas de humor ni de vestuario, aún siendo inquilino del siglo XX. Pero quién realmente merece el homenaje, además del área de fotografía, es el perfectamente bien amaestrado perro protagonista (sin nombre) que además de tener el privilegio de compartir la mesa con Barack Obama, coleccionó los tiernos ¡ahhh! del público conmovido. Tal vez fue él que decidió rodar en blanco y negro para no tener que forzar su vista perruna.
Simula un retorno a la era silente en las salas, es la ganga del año, un viaje en el tiempo con todo y sus defectos, de olvidar un poco el sonido estéreo, efectos especiales, navegadores de red, luz pulsada y volver 100 años para parodiar a los espectadores de aquel tiempo, emocionados, desesperados, intrigados y satisfechos de haber conocido al imitador de Charles Chaplin , mejor conocido como Charlot, en una caracterización impecable, de un Jorge Negrete en el siglo XXI con este, me permito predecir, ya un clásico del Cine Internacional, facsímil de otros clásicos. Refrito de refrito dirían los muy exigentes críticos, pero bastante bien elaborado.
Y ahí estaba Miguel vestido frente al espejo con su moderno delantal. En la cama reposaba María el desayuno. Luego el temblor sacudió ese pensamiento que los unía todas las mañanas con el record de "52 años de casados" galardonado con tres hijos y trece nietos.
Cinco décadas y dos años atrás habían acordado en el altar que él prepararía el desayuno, pero ella cocinaría la cena. Acostumbraban cenar a las siete de la noche. Fue hasta que Miguel enfermó y el gastroenterólogo le prohibió las cenas. Todas las mañanas se preguntaba por qué su mujer no podía ayudarle con el desayuno, pero nunca se lo dijo. Ella al contrario pensaba, dando gracias, sobre la generosidad de su esposo, pero tampoco nunca se lo dijo a Miguel.
Ese día frente al espejo, inamovible, Miguel lleno de rencor se resignaba mientras María lo jalaba de un brazo, tratando de convencerlo de salir a un lugar seguro. Él no escuchaba. Ensimismado volteó y le dijo; -Mujer, prométeme que de ahora en adelante me ayudarás a cocinar el desayuno.
Ella con lágrimas en los ojos comenzó a convulsionarse por el susto de ver los cristales romperse, las columnas colapsarse y escuchar cómo gruñía la casa. Pero no quiso dejar a Miguel. Sus hijos ya adultos estaban por quedarse huérfanos cuando Miguel reaccionó y abrazó a su mujer que ya estaba sufriendo un infarto.
-María no me dejes, prometo no romper ese juramento que te hice frente al altar.
Segundos después una viga de madera cayó sobre ellos. Cumpliéndose hasta la muerte su promesa después de 52 años.
SOÑABA QUE DORMÍA Y EN MI SUEÑO RECORDABA....
...Una noticia que leí el día anterior, sobre el descubrimiento en Mantúa, Italia de los restos de una pareja que yacía desde hacía más de cinco mil años abrazados y el temblor que me sacudió de la cama fueron ambas las circunstancias evocadoras de mi sueño.
La imagen impactaría a cualquier enamorado primerizo que dijera amar a su motor de vida.
Y es que, los huesitos metacarpianos, parecían tejer un idílico corazón con sus brazos calavéricos y acariciándose mutuamente la clavícula y el omóplato, lograban transmitir una enteañable sensasión de empatía a los arqueólogos que hallaron sorprendidos, ilusionados y orgullosos la escena dramática como si hubiesen encontrado restos de felinos bicéfalos extintos con la Atlántida.
Mi sueño me evocó una escena de ancianos, pero los expertos aseguraron que eran jóvenes por el impecable estado de sus dientes. Quizá porque mi hemisferio izquierdo no alcanzó a retratar las perfectas mandíbulas y sólo delineó la posición de los restos que ya eran escasos para ornamentar la historia.
Los amantes de Valardo, inspiraron también la melódica y melosa composición de Pedro Guerra "5 mil años".
Hoy leí también bastante sobre los trovadores de protesta de los años cincuenta y terminé escuchando "Il fiume di sand creek" de Fabrizzio di André, que narra la historia de los niños y mujeres que duermen en el fondo del rio Sand Creek; por causa de una evidente muestra de discriminación racial a los más de 500 indios Cheyennes asesinados el 29 de noviembre de 1864 que acampaban a un costado de Colorado cuando llegó un siamés de Hittler, el Coronel John Chivington gritando "Maldito aquel que simpatice con los indios, he venido a matar indios!
Desde siempre la música y la historia han tomado el te en la misma esquina y se encuentran a cada vuelta del año sin necesidad de que sea bisiesto.
Les deseo sueños de oro, amorosos leyentes, y que nos escarapele de nuevo el alba.