miércoles, 29 de agosto de 2012

Amado, Jorge Amado.



A 100 años de su nacimiento y 11 de su muerte



Entrevista con la hija del escritor, Paloma Amado.


El empedrado no es nada sutil en Peló. Las baianas atraviesan la explanada de piedras toscas y parece que caminan sobre la cuerda floja, en parte por los cimientos inclinados y en parte también por el gran tocado que llevan en la cabeza; una tela blanca envuelta en forma de espiral, además de los vestidos que ondulan al ritmo de cada paso en sus caderas. Ese pequeño centro, en Salvador de Bahía, Brasil se llama Pelourinho, picota en español, también conocido Peló de cariño.


Pelourinho, plaza central de Salvador de Bahía, Brasil

La plaza permanece vestida en colores pastel con balcones en contorno blanco, colores que se contagian a los vestidos de las baianas, las mujeres de Bahía; rosa, amarillo, verde. Al fondo, en la parte más alta, una casa azul, destaca de entre todas; “Fundación casa de Jorge Amado”. La fundación desde 1987 ofrece en su acervo, una amplia variedad de recuerdos y testimonio de la vida del escritor brasileño más reconocido. Están sus manuscritos originales, así como, las películas basadas en sus textos. Sus obras, además, están traducidas a alrededor de 50 idiomas, entre ellos; el guaraní y el esperanto. Y se realizan también exposiciones y conferencias de temas comunitarios, cómo la lucha por la superación de las discriminaciones sociales que tanto impulsó el escritor.

Fundación Casa de Jorge Amado

El autor de Doña Flor y sus dos Maridos, habría cumplido cien años de edad el 10 de agosto pasado, pero no consiguió llegar a los 89, pues murió 4 días antes de su aniversario. Este año, por lo tanto, se festeja el centenario de su nacimiento. La celebración ha sido, y continúa siendo, abundante tanto en Brasil cómo en países cómo Portugal, donde se conmemoró con un homenaje en la fundación José Saramago; en Chile se rememoró a través de fotografías y cartas la relación del escritor con el poeta Pablo Neruda; incluso en Mozambique, dónde diversos escritores como Mia Couto, destacan la inmensa influencia que Amado heredó a los países africanos de habla portuguesa; reafirma también, la importancia del autor de Tieta de Agreste para el mundo, ya que en las décadas de los años 50, 60 y 70, los libros del brasileño cruzaron el Atlántico causando un impacto extraordinario. El literato mozambiqueño sabe que en las escuelas de su país, por ejemplo, los libros del escritor sudamericano se establecieron como una lectura obligatoria, y como crítico lector define: “Jorge Amado no escribió libros, escribió un país”

Jorge, fue un abuelo, padre y maestro muy amado y admirado entre su familia y amigos. Paloma Amado, su hija enfatiza la generosidad y fortaleza en su personalidad:

“Mi papá era como un león, un comandante, alegre, generoso y devoto de la amistad, por sus amigos hacía lo que fuese. Cómo padre fue maravilloso aunque exigente cuando se trataba de mis novios. Y hablando de amor, él y mi madre estuvieron 56 años juntos, se tomaban siempre de la mano. Fue el mejor padre y el mejor esposo. Apoyó a mi madre en todas sus iniciativas. Sus nietos, tenían una complicidad excepcional con él y mucha intimidad. Cecilia, mi hija la más pequeña, talentosa como su abuelo, es directora de cine. Hizo la película Capitanes de Arena basada en el libro de su abuelo”.

Paloma es amable y sencilla, contesta con naturalidad. La única pregunta que dejó desierta fue sobre los gestos de su padre: 

“Los gestos de papá son difíciles de describir, todavía me causan mucha emoción. Sus últimos días son muy tristes, desde cuatro años antes de morir ya tenía problemas de salud, estaba perdiendo la vista, situación que le impedía leer y escribir con fluidez. Por esto mismo dejó dos libros inconclusos, uno de ellos con más de cien páginas. También sufría de problemas cardiacos. Ambas enfermedades le llevaron a un estado de depresión profunda. Sus últimos días los pasó en el sillón, acostado y con los ojos cerrados, sin hablar con nadie. Sólo su gata Fifi o su perro Fadul llegaban a subirse en su regazo a recibir alguna caricia”.

El lugar y momento sagrado, al instante de redactar, cambia en cada escritor. Paloma sabe que el maestro Amado no toleraba intrusos; ni físicos, ni tecnológicos. Durante décadas, la soledad rústica y silente fue su trinchera. 

“Mi papá escribía a máquina, nunca a computadora. Cuando era más joven escribía de noche pero fue cambiando con los años. A partir de su novela Doña Flor, comenzó a escribir en las mañanas, en las tardes corregía para luego retomar al día siguiente. Era un proceso muy complejo que lo dejaba muy agotado. Nunca escribía con música o algún tipo de ruido, siempre aislado, en casa o en alguna hacienda de algún amigo, lejos de cualquier distracción”.

Existe un error en el nombre del escritor que divulgaron la propia Fundación Casa Jorge Amado y la Academia Brasileña de Letras que, aunque ambas ya corrigieron, en algunos sitios permanece la pifia “Jorge Leal Amado de Faria” cuando es simplemente Jorge Amado. Paloma no sabe por qué motivo se divulgó ese falso nombre. De lo que sí tiene certeza es de que todos los libros están firmados correctamente,  y el que más le gusta es Los viejos marineros.

Amado es hoy una referencia social, una alusión en la lectura social, a la cultura, la religiosidad, la diversidad, negritud y antropología en el mestizaje brasileño. Es así, que tanto su esposa como sus hijos, lo destacan y describen en un libro del cuál no existe todavía traducción al español y que delinea la personalidad de “Un baiano romántico y sensual”.

Publicado en:

El Financiero
Aldea Global, Cultura
Miércoles 29 de agosto 2012