domingo, 12 de enero de 2014

FUCK UP NIGHTS

NOCHE DE FRACASOS

"No fracasé, descubrí 999 maneras
de cómo no se debe hacer"
THOMAS ALVA EDISON 


La noche del 14 de noviembre, 13va edición de Fuck Up Night, Diego Sexto, peluquero itinerante, pasó al frente, estrelló una copa en el suelo y caminó alrededor de los vidrios restantes mientras narraba su fracaso: “Emprender significa estrellarse”, dijo Sexto. El público guardó silencio y puso atención. “Es estamparse. Ver cómo las puertas se cierran una tras otra”. Su fracaso fue vocacional. Las decisiones tomadas moldearon su rumbo y  trayectoria. Diego estudió letras y ahora es estilista.

Todo inició en una noche de mezcales en que los amigos Carlos Zimbrón, Julio Salazar, Luis López de Nava, Pepe Villatoro y Leticia Gasca platicaron sobre sus errores, en septiembre del año pasado. Lo llamaron Fuck Up Night. Les gustó tanto la experiencia que siguieron haciéndolo. Pero ahora no son sólo cinco amigos, sino cientos de personas que cada mes se reúnen para escuchar los fracasos de tres o cuatro emprendedores que en siete minutos comparten las frustraciones y lecciones que les dejaron sus fallas.

También Álvaro Rego, director del Museo Mexicano del Diseño, compartió su experiencia en el aniversario. Hace años abrió un despacho de diseño con su novia de la universidad. Todo iba perfecto. Citibank les otorgó un préstamo de cientos de miles de pesos. Pero luego llegó la devaluación, que lo llevó a la quiebra de su empresa valuada en 6,000,000 de pesos. Se contagió del virus de la influenza, sufrió tres infartos, la colocación de un marcapasos equivocado y una infección. “Pensé que si ya había llegado tan abajo, solo había camino hacia arriba”, dijo Rego. Pero aunque las historias son dramáticas, la idea central de Fuck Up Nights es divertirse, como lo dicen sus siglas en inglés: FUN. “La noche trata de reírse con los emprendedores que han tropezado”, dice Leticia Gasca, una de las fundadoras y ex periodista de esta revista. “Experimentan en cabeza ajena para no encontrar las mismas piedras”.

En ocasiones el fracaso es el único camino al éxito. “En los negocios, a veces la única manera de obtener una buena autocrítica y aprender, es crear las condiciones para que las cosas fallen”, asegura Rita Gunther Mc-Grath, una de las líderes de opinión en negocios más influyentes del mundo y profesora de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos.

Pero no todos los errores son tan buenos. La profesora señala que existen fallas de las que se obtiene poco aprendizaje y es cuando era posible haber evitado el error. No se trata de sólo equivocarse por equivocarse, sino de aprovechar el error. “El único verdadero error es aquel del cuál no aprendemos nada”, asegura José Antonio Dávila Castilla, director y profesor del área de Política de Empresa del IPADE. “Sólo el que no hace nada no se equivoca”.

Dávila habla de tres etapas en torno al error: las expectativas, la toma de decisiones y la incertidumbre. Según el catedrático, es posible identificar un error cuando las expectativas no se cumplen. En ese momento aparece la incertidumbre. Y entonces, hay que tomar decisiones basadas en la intuición, con el riesgo de fracasar. “Si ya te equivocaste la única forma de aprovechar el error es reflexionar qué hiciste mal y no repetirlo”, dice Dávila. “Darle la espalda al error es negar la realidad”.

EQUIVOCARSE ES DE GUERREROS 
Poco a poco la perspectiva cultural de los fracasos ha evolucionado. “Antes el fracaso era un estigma que los ejecutivos arrastraban a lo largo de su carrera”, dice Francisco Ruiz-Maza, director ejecutivo de la reclutadora de ejecutivos Russell Reynolds Associates. “Ahora son ‘heridas de guerra’ que se portan con cierto orgullo si sirvieron como plataformas de aprendizaje”.

Incluso, algunas maestrías de negocios en Estados Unidos piden a los alumnos mencionar algún fracaso y el aprendizaje obtenido. Hace años era impensable que se compartieran errores y fracasos para solicitar un lugar en un prestigioso MB en el extranjero, señala Ruiz-Maza.

David Noel Ramírez, rector del Tecnológico de Monterrey comparte la opinión de Ruiz-Maza. “La vida es una carrera de obstáculos, y ninguno te debe amedrentar. Los jóvenes deben estar preparados para eso”.


Publicado originalmente en 
la revista Expansión
Diciembre 2013


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