lunes, 28 de enero de 2013

Cielos perdidos de hogaño

Perder un vuelo seduce el grito de un niño, lo potencializa en el estómago cuando el itinerario ya es sagrado. 

Los infinitos requisitos para abordar un avión conspiran para asegurar las ataduras, las anclas y los apegos que se  quedan en el aire. 

Un grito de júbilo, una pifia en los cálculos, un entrañable suspiro por el cumpleaños, un abrazo y el bosquejo de un propósito truncado

Luego todo se concreta y al cielo se le va apagando lo escarlata  y cae entonces el astro color mármol abrazando las incertidumbres de mortales... carcajadas y deliro alrededor de los borrachos segundos, embelesados, morfinómanos...

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