sábado, 27 de septiembre de 2014

LOS DIOSES QUE CREARON UN PARAÍSO LLAMADO DUBAI

Dubai es una ciudad con múltiples realidades y diversas nacionalidades, llena de reinos y palacios ficticios. Aunque los lujos son evidentes, toda la elegancia que ufana la ciudad, no existía hace 20 años. Es un paraíso artificial que se construyó con una extrema rapidez. Millonarios de todas partes del mundo, han labrado aquí sus más fantásticos sueños gastando y utilizando lo inimaginable.

Pero, ¿quiénes fueron los hombres que levantaron estas colosales hileras de concreto, qué dioses crearon estos paraísos?





LOS HOMBRES QUE CONSTRUYERON DUBAI


Desde casi cualquier comisura de la ciudad de Dubai, Emiratos Árabes, un alfiler de 828 metros de altura (163 pisos), es casi palpable al alzar la vista. La mayor parte del tiempo, la arena en el ambiente revela a la ciudad en una postal borrosa. Esta torre llamada Burj Khalifa, fue inagurada en el 2010 y es el edificio más alto, hasta hoy, construído por el hombre, ningún dios intervino en esa obra.




El Burj Khalifa alberga, un mall laberíntico, cuartos de hotel, restaurantes e incluso un zoológico submarino con más de 33 mil especies marinas que habitan en un acuario de 10 millones de litros de agua, así como esta fina edificación, un ejército de rascacielos se levanta en la arenosa ciudad de Dubai. Erguidas hacia el infinito, algunas construcciones más elegantes que otras, curvas, torcidas, ladeadas, de todo tipo, que parecen competir por el premio a la mayor altura, un edén para los arquitectos contemporáneos.









El Mall of the Emirates, el segundo más grande del mundo, alberga en su “arquitectura de no lugar”, un sí lugar. Una plataforma de ski, con tirolesa, funicular, deslizadores de nieve y hasta pingüinos, dentro se lee en un cuadro digital -4° Celsius. Afuera desde una ventana en un restaurante los comensales observan la temperatura de Dubai en sus teléfonos inteligentes: 43° Celsius.




Hoy es Ramadán, son las 12 del día y por ley de la monarquía que precede el Jeque Mohamed Bin Rashid Al Maktum, se ayuna. El metro y la mayoría de los sitios se refrescan con aire artificial. La temperatura en las calles es de 43° Celsius, sin embargo, es sólo en las calles que el abrigo es enemigo del cuerpo humano.


Afuera de la estación Dubai Mall, una veintena de trabajadores de una construcción se plasman en el cristal como un cuadro, del otro lado la gente camina sus rutinas sin dar una mirada al cuadro en el que los empleados descansan un poco a la hora más crítica del sol. Algunos se refrescan la boca con agua y escupen, no tienen permitido tragar por causa del Ramadan. Si alguien es sorprendido podría ir a la carcel y perder su trabajo. Una paranoia de la monarquía convierte a Dubai en una de las ciudades con menos índice de robos en el mundo.






El oro y los diamantes que adornan a algunos cuerpos humanos se desplazan en lujosos automóviles, las realidades de Dubai son muy contrastantes, y las diversas nacionalidades extranjeras que se asentaron en la Ciudad son la mayoría, pero el sudor de los dioses que construyeron este paraíso artificial, es invisible, parece evaporarse al caminar del tiempo.





Electricistas, constructores, emlpeados de limpieza, cocineros y la mayoría de los trabajadores de los servicios básicos viven en ghettos fuera de la ciudad o a las orillas de ella.





A uno de los labour camp le han llamado Sonapur y está posado a pocos kilómetros de la última estación del metro Etisalat, desde ahí, Dubai se ve distinto, como un oasis detrás de un desierto.

 


“Dubai city builders, labour camp” se lee a la entrada del edificio en el que habita parte de la mano de obra proveniente de Nepal, algunos de ellos también son electricistas. Cuentan que deben ingeniárselas para no pasar calor por la noche, algunos de ellos mantienen un balde de agua junto a sus colchones. Afuera de los cuartos se amontona el calzado de los moradores de cada habitación, en el primer cuarto con cuatro literas, viven 12 hombres de edades desde los 16 hasta los 56 años.  







Surya Lecona Moctezuma
Publicado el 13 de septiembre originalmente en: Spleen! Journal



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