Por Surya Lecona Moctezuma
Human Rights Watch, una institución para la defensa de los Derechos
Humanos en el mundo, denunció al Banco Mundial
en julio de 2013, por aprobar y financiar un proyecto en
Etiopía para promover los servicios básicos, villagization
program, (programa de aldeización)
que consistía en desplazar a los habitantes de sus hogares para
llevarlos a aldeas modelo, que irónicamente, carecían de servicios
básicos. El reasentamiento fue un fraude que afectó a 1.5 millones
de personas desplazadas violentamente y que, por medio del ejército
etíope, arrebató su tierra a los campesinos y asesinó a los
integrantes de la resistencia.
Ésta es una de las historias que William
Easterly, economista y director del Instituto de Investigaciones para
el Desarrollo de la Universidad de Nueva York, presenta en
su último libro, The Tyranny of Experts: Economist,
Dictators, and the Forgotten Rights of the Poor, donde critica
algunos programas que plantean
instituciones como el Banco Mundial —institución a la cual
perteneció y que abarca el mayor número de señalamientos en su
libro—, la ONU, la Fundación Gates, y de muchos otros sectores
públicos y privados.
El autor dice que no pretende ofender a los economistas del
desarrollo
y tampoco juzga el conocimiento de todos ellos. “Cuando mi
baño falla, agradezco al experto plomero, cuando me enfermo
agradezco la prescripción del médico. Medicinas y redes
antimaláricas salvan vidas”. Bromea entre líneas para dejar claro
que no es una verdad absoluta lo que propone, sino un debate para
fomentar la democracia y el diálogo.
En las páginas de The Tyranny Of Experts aparece el resultado de
nueve mil entrevistas que un grupo de investigadores realizó en más
de quince países de Asia, Africa y Latinoamérica. Easterly alude
todos los significados posibles de la palabra libertad en una muestra
de las necesidades que cada país tiene al respecto. Cuenta los casos
de Indonesia, que no tiene libertad de venta y compra, libertad de
obtener préstamos ni de elegir ser pescadores o maestros. En
Tanzania la población busca que el gobierno no interfiera en los
trámites que cada individuo realiza y viajar sin restricciones. En
Malawi existe un acoso burocrático del mercado. Y los habitantes de
Filipinas quisieran tener el derecho a votar.
Estaerly, también autor de La carga del hombre blanco, habla
del concepto de ‘la autoritaria
benevolencia’, que se refiere al apoyo que los países ricos
brindan a los pobres y que desaparece conforme el botín de estas
naciones se desvanece.
El economista mantiene la premisa de que el compromiso de las
naciones prósperas con los pobres no radica en
la cantidad de apoyo social o económico, sino en un plan de acción
que logre realizar cambios tangibles o cuantitativos en la
disminución de la miseria.
Easterly propone la visión del Nobel economista Friedrich Hayek,
quien busca atacar el retroceso en temas de pobreza, racismo y
desigualdad social con otro método. “Para Hayek, una política de
libertad para el individuo es la única política verdaderamente
progresista”, resalta el autor en sus
páginas.
Así como a Hayek,
el investigador Easterly destaca a Albert Hirschman, quien referente
a Latinoamérica y el subdesarrollo plasmó en su ensayo “Ideologies
of Economic Development” (Ideologías de la Economía de
Desarrollo) y resume sus objeciones a los abusos de los gobernantes
con un proverbio brasileño: “el país crece por la noche, cuando
los políticos duermen”.
Punto
para el tecnócrata
Owen Barder, le ganó por 10% de los votos a Easterly en un debate
que tuvo lugar en el Center for Global Development,
una entidad independiente para la investigación de la
prosperidad global, organización de la cual Barder es
director en Europa. La crítica más fuerte de Owen, es hacia la
premisa: “Los proyectos no funcionan y la mayor prueba es que
sigue existiendo pobreza en África”. Y con un sarcasmo
excepcional refuta que “es como si dijeras que la medicina
moderna no funciona porque sigue habiendo enfermos”. Aunque
Barder se siente ofendido por el título del libro, del cual
considera que el autor crea un enemigo artificial, confiesa estar de
acuerdo con 80% del contenido, incluso
destaca una frase: “Lo que los tecnócratas pueden hacer para no
violar los derechos de los pobres, es aceptar que los pobres tienen
los mismos derechos que los ricos.”
Por otro lado, Owen compara a Easterly con Jeff Sach, autor de The
end of poverty, que postula que en
lugar de señalar los fracasos deben amplificarse los éxitos como la
revolución verde, la erradicación de la viruela o la expansión de
la alfabetización, y aunque aplaude la crítica que hace William a
la planificación central de los proyectos de apoyo —ya que no hay
ejemplos en los que ha funcionado en su totalidad— cree que algo
han aportado y eso según Sach, es lo que debe sobresalir.
Aunque en ocasiones el lector puede confundir la voz del autor con la
de los pensadores, economistas e investigadores a los que cita, el
análisis de Easterly es perspicaz.
Gracias a los ejemplos que plantea, el autor permite que los lectores
reflexionen sobre el sentido del problema de la pobreza y confronta
dos visiones que una misma persona puede considerar como soluciones
certeras.
La búsqueda no se materializa en el libro —tanto la tesis que
plantea Easterly como las críticas que existen alrededor de ella—
tejen la ausencia de una fórmula ideal. En algunas ocasiones se ha
avanzado más que en otras pero, en la mayoría de ellas, detonan
fallas y los costos son altos.
Lo interesante es desmenuzar cada uno de los ejemplos que la historia
ofrece y eso es lo que el autor goza en su libro. Easterly cuestiona
cada uno de los casos y, como en una sala de operaciones, disecciona
cada grieta que tienen los proyectos para combatir la pobreza, y sin
proponer una sanación, plantea que ésta podría llegar a su fin si
ellos, los miserables, unieran esfuerzos para combatir su mal y no
por los poderosos burócratas, tiranos y expertos.
RECUADROS:
The Tyranny of Experts: Economist, dictators, and the forgotten
rights of the poor (La tiranía de los expertos: economistas,
dictadores y los derechos olvidados de los pobres), William Easterly,
394 páginas. $18.96 dólares en Amazon.
En una frase: Un debate de las razones por las cuales no funcionan
los programas de apoyo para eliminar la pobreza del mundo.
Especial para: Economistas o todos los interesados en una perspectiva
alternativa del por qué fallan los proyectos que los tecnócratas
aplican a los países más necesitados.
Economía maquiavélica
La estrategia de los tecnócratas puede someter moralmente proyectos
de apoyo y violentar los derechos de los pobres. Según William
Easterly, tres de las principales fallas en las que caen los
autócratas que extienden programas de apoyo son:
- Indiferencia a la libertad y derechos de los pobres. Es el error más recurrente, en numerosos casos, principalmente en África. Como sucedió en Uganda con el proyecto de silvicultura en el despojaron con fuego a los agricultores de sus tierras.
- Falta de interés en el proyecto y abuso del poder. La predilección señala hacia la ganancia y no al progreso. Como en la mayoría de los casos de colonización en África, donde los conquistadores saquean los países con una bandera de progreso.
- Los tecnócratas están enfocados en soluciones técnicas. Se apegan a sus programas burocráticos e ignoran las verdaderas necesidades. Como en Malawi, que los pobladores se quejan del acoso burocrático.
Surya Lecona Moctezuma
Muchas gracias señorita Surya, su reseña me lleva a desear leer el libro y me hace pensar enormemente los tres últimos puntos que usted señala en su comentario, a saber: a) Indiferencia a la libertad y derechos de los pobres. , b) Falta de interés en el proyecto y abuso del poder, e c) Los tecnócratas están enfocados en soluciones técnicas. Se apegan a sus programas burocráticos e ignoran las verdaderas necesidades.
ResponderEliminarSaludos y un fuerte abrazo.
Victor Hugo García.